Estoy en un momento de conversión y cuando cambias, no hay marcha atrás.
A estas alturas de mi vida, me he dado cuenta de que las costumbres se me han convertido en manías.
De las costumbres, toleras el cambio. Las manías no, son inalterables.
Las manías tienen toda la fuerza de la fe, son más fuertes que todas las fuerzas de voluntad juntas y mueven más montañas que el amor. Soy capaz de cambiar el curso de la historia con tal de comer a la una.
P.d: Me estoy haciendo mayor, si. Hace tiempo que el segundo azucarillo, acaba en mi bolsillo.